jueves, 3 de abril de 2014

Recargando impulsos.

Mientras tú me hablabas de las muchas cosas buenas que tenía la vida y el amor, ahí estaba yo con la punta del revólver en tu cien, y mi dedo en el gatillo. Hacías verme la realidad de la vida tan cruda como tan fría era la punta del arma en tu piel. ¿No te gusta? Pronto se sentiría caliente.

Pero de pronto te dejaste llevar, y pasaste de hablar cosas buenas a hacer cosas buenas… ¡Pero qué buenas! El golpe rápido que me propiciaste hizo que sonaran los huesos de mis costillas. Fue un gusto efímero, el sentir tu contacto, creí que ya no lo volvería a sentir. La ilusión me erosionó la razón, y perdí, sí, una muela. El siguiente golpe que me diste fue capaz de hacer volar mi mente. ¿Qué pretendes? Fue lo que pensé.

¡Y otro golpe!

Me percaté que los sentimientos de tu corazón me estaban hablando.

“¡Tira el arma, idiota!” gritaste.

Los gritos de tu alma siempre me molestaron, así que lo tiré. Sí, la bala, la tiré a muchos kilómetros por hora hacia ti, pero vaya que fallé.

Nuestro debate casual se volvió un baile de nuestros cuerpos. Tus brazos recogían mi alma entre bruscos movimientos, para luego desatar dolor en mi estómago. Ahí ibas de nuevo, rompiéndome otra costilla.

“¡Muérete ya, imbécil!” exclamaste a viva voz. Creo que querías decirme algo, de seguro. Fue tonto de mi parte no haberme dado cuenta en el momento.

¡Bam! Disparas. Ahí ibas otra vez, queriéndome quitar lo único que me daba esperanza en esta vida. 
Forcejeando el uno con el otro. Por un momento olvidé que estabas peleando por tu vida conmigo. Conmigo. El hecho que lo hicieras conmigo me enervecía y me hacía olvidar el resto.

Soltaste el revólver. Yo no lo solté, tú lo soltaste, para caer en el suelo. Debo de decir me impresionó que con tanta violencia te vieras tan hermosa como siempre. Lo hacías ver como un juego de niños. Realmente, el verte así me suponía más valor, sabía que no estaba solo.

Con objetivos diferentes, ambos compartíamos el mismo método. Tú lo llamabas “amor”, ¿no? Ahora lo entendía muy bien, aunque tus golpes no me permitieron entenderlo inmediatamente.

La siguiente patada que me diste hizo que recordara aquel bello momento cuando te invité a unos helados. Sí, fue hermoso: el frío del helado, el sabor, tu compañía. Me hizo sentir bien, pero no tanto como ahora, que era una delicia.

¡Te atreviste a romper la ilusión que nos guiaba hacia un final feliz! Pero te lo perdono, porque este final es mucho mejor.

Oh, creo que ese fue el sonido de tu mano acariciando mi cara. Un gesto violento pero dulce, que marcaba tus uñas en mi rostro, dejando sangre como prueba de ello. Lo sabía, querías dejar constancia de que te pertenecía. Siempre me gustó nuestra relación por esas pequeñas cosas que le añadías que la hacía única.

¿A dónde vas? ¿Acaso ese revólver Smith & Wesson modelo 625 tirado en el suelo era más importante que lo nuestro?… Eso veo.

Señalaste tu objetivo rápidamente tras recoger el arma de este crimen. Sí, el mismo objetivo, el que siempre tuviste en tu mente, en tu misión, en nuestro amor, el objetivo que nos llevó a este lugar y momento, que provocó esta cadena de circunstancias, incluso llevándome a mí como flujo de una corriente, de un caudal. Ese era no otro más que mi corazón.

¡Bam!

Te volviste a decepcionar de nuestra pasión. El arma no tenía más munición. ¿Verdad que duele mucho la desilusión?

Pero entiende que yo también me he sentido así contigo. No, la sangre que escupo no es a lo que me refiero.
Simplemente verte golpeándote con la realidad de mi vida te hizo temblar, y tiraste el revólver hacia mí, pero no logró siquiera caer hacia mi lado. Tu inseguridad de nuevo nos volvía a hacer una mala jugada.

“¡Púdrete en el infierno, maldito bastardo!”

Hacía mucho tiempo que no me dedicabas palabras que me llegaran al corazón. Creo que nuestra relación estaba avanzando.

Pero te acercaste rápidamente ante mí, para darme un golpe duro en mi cara. El sonido del impacto de tu hermosa mano en mi horrible cara hizo que nuestros corazones, no, nuestros latidos se sincronizaran.

Me diste otra razón para ilusionarme, malvada.

Te robé un beso como pago de esa falsa ilusión, pero te presentaste contraria a mis deseos, pero como siempre, respondiste con tus puños ante la pregunta de mi corazón.

“¿Había oportunidad?”

Corriste hacia un lado, alejándote de mi vista, y te subiste a un coche, que no era tuyo, pero lo tomaste como tal, tal como hiciste con mi corazón.

¡”Ahora  recordaras la razón por la que mi infidelidad existe”! Creo que gritaste, no sé, el sonido de las llantas derrapando contra el suelo tras el acelerón que diste no me dejó escuchar bien. ¿Qué querías decirme con eso?  ¿Por qué de pronto ese auto apareció ante nosotros?

Claro, era el mío.

Cuando creía que te ibas, te dirigiste hacia mí. Con el auto, viniste a mí.

¡Y escuché a mi cuerpo y a mi alma decir todas aquellas cosas que se habían ocultado durante todo este tiempo! Mi cuerpo decía “¡crack deck creks!”, mientras mi alma complementaba con un “¡demonios, duele!”.

No, el auto de ninguna manera sería capaz de apagar la llama que aún yacía en mi interior, llama que buscaba encender lo que se había apagado entre nosotros
.
Me levanté como pude y entré al auto, intentando abrir la puerta, mientras veía tu cara, que reflejaba que al fin habías entendido lo que quería decirte.

Pero no, rápidamente aceleraste y te alejaste de mí. Yo, en cambio, me quedé atrás vomitando sangre.

“¡Hey, no te quedes atrás y toma!” escuché tras mí, para voltear y ver cómo aparecía un coche rojo en frente de mí. Del auto se bajó una amiga mía, para sorpresa mía.

”Demuéstrale lo que vales” fue lo que me dijo, esbozando una sonrisa un tanto siniestra mientras me cedía el automóvil. Fue un gesto muy agradable de su parte. Sin embargo, como un giro inesperado, se acercó y me quitó la voluntad, para darme a cambio un beso en mis labios.

“Resuélvelo. Conmigo lo lograste resolver, que ella no se escape” dijo tras concluir aquel impulso. Realmente no sabía cómo conocía que me encontraba aquí, pero sus palabras me inspiraron valor.

Sin perder más tiempo, me subí al auto e inicié mi persecución por mi verdadero amor. Volteé a ver a aquella amiga que se encontraba a unos metros del auto, y pude apreciar su bella figura, con un rostro que sin lugar a dudas demostraban un deseo explícito de superación.

Ella quería verme muerto, lo sabía, y sabía que terminaría muerto, por eso hizo todo esto, porque sabe cómo terminará todo esto. Creo que por eso la amé en su momento.

¡Y aceleré, siguiendo mis impulsos! Fue un encanto escuchar el sonido del motor acompañando mi incesante deseo de atrapar a mi verdadero amor. La vibración del volante solo acentuaba mi instinto.

¡Y ahí estabas, por la pista 69, en medio de la nada! Pisé el acelerador para acercarme más a ti y poder ver tu rostro. Cuando me acerqué al lado derecho, notaste mi presencia, y pude notar también tu impresión al verme. Lo sé, lo que hace el amor.

E impactaste el auto contra el mío, en movimiento, para sacarme del carril, de tu vida. Tendrás que hacer mucho más que eso.

Volviste a impactar más fuertemente mi auto. El choque violento logró que se estremeciera el interior de mi coche, lo cual hizo que se abriera el gabinete del panel de control, desvelando así un arma, una pistola de bolsillo. Aquella amiga lo sabía.

No dudé, supe que el amor me sonreía, así que tomé la pistola y apunté al auto de mi amor, sin perder el control del auto. Con una mano en el volante y la otra sosteniendo la pistola hacia mi amor.
Y chocaste conmigo de nuevo. He de creer que el verme portar una nueva arma no estaba en sus planes.

“¡Siempre fuiste un perdedor!”

¡Ja! La primera bala, que dio en el capó de su auto.

“¡Intenta entender que eres un imbécil!”

Je, la segunda bala, que impactó el espejo retrovisor.

“¡Muere de una maldita vez!”

La tercera bala, y ya sentía que el amor fluctuaba entre nosotros; totalmente hermoso. Era la sensación que buscaba, como una descarga de sentimientos, una recarga de impulsos.

¡Pero eres quien está equivocada!

Y el choque que le di hizo que tambalearan sus ideas, aunque también las mías. Y las ventanas, rompiéndose en miles de pedazos.

Se sentía aquella sensación dulce en mi cuerpo. La creía olvidada, pero no, ahí estaba esperando ser reencontrada.

 Ese grito ensordecedor… ¡¡¡Jajajajaja!!! Realmente me dejé llevar. Sin embargo, fue genial.

Fue como el punto concluyente de un acto excitante. Fue eléctrico. El amor que nos unía fue eléctrico. Sí.

¡Recarga de impulsos! ¡Y movía el volante con fuerza, para sentir el choque de mi auto en el tuyo! 

Empujabas con fuerza, con tal fuerza que podía sentirlo. Ah, realmente habían cambiado los papeles.
¡Y la cuarta bala impactó en el vidrio de los asientes delanteros de su auto! ¡Jajaja! ¿Era ardiente? Era electrizante.

Y el quinto balazo que dio en la puerta de su auto. Ella sabía que lo nuestro estaba aflorando, podía sentir su exacerbación, porque lo nuestro no tenía igual. Dulce, tranquilizador, como el viento acariciando las hojas de los árboles…

¡Bam! ¡Pero qué choque me habías regalado! El momento era tan increíble que el dolor de mis heridas eran imperceptibles. Cosa maestra.

¡Y la última bala dio en el neumático delantero izquierdo de su auto! Fue una locura.

Perdió el control de sus sentimientos, y me dejé llevar por sus impulsos. Su auto se cruzó en mi camino y choqué directamente con ella. El golpe fue violento, nuestros sueños salieron por los aires, su auto se volcó, con mi corazón, salieron volando. Di vueltas en mi auto, por muchos metros.

Sucedió que me divertí.

Escuché risas, pero creo que eran las mías. No, eran las tuyas.

Salí del auto como pude. Lastimosamente, el tuyo había quedado boca abajo. Dicha la nuestra, nada envidiable.

No podía seguir más, mis heridas me habían incapacitado, así que me arrastré como pude hasta tu auto. Pretendía sacar su cuerpo, en medio de los metales retorcidos. Verte en ese estado fue como ver mis sentimientos reprimidos.

Al menos moriré luego de ti, y sabré que todo terminó cuando yo terminé. El amor ese que decías conocer, no sirve. Esto es el verdadero amor. Espero que lo entiendas en tu lecho de muerte. Que te revuelques en el suelo frío de tu tumba, que recuerdes con un nudo en la garganta, que sientas en el infierno este ardor mío, o en su defecto, que sientas en el cielo ese remordimiento de victoria vacía y sucia. Ya lo sabrás tú, mi amor, por lo que he llorado. Merecemos estar aquí y ahora.

“… Te amo”.





… Siempre supiste cómo joder mis victorias.

viernes, 7 de diciembre de 2012

En silencio.

En silencio las preguntas se vuelven respuestas, en silencio las dudas se vuelven realidades, en silencio la oscuridad se vuelve tu mejor amiga.

En silencio nada es todo, y todo se vuelve nada. En silencio, la luz molesta.

A veces sucede que el silencio se vuelve una pantalla que contrasta el mundo, el silencio se vuelve un un lente en dondes los colores se vuelven negativos, en donde los colores blancos se vuelven negros, y viceversa.

En silencio los tristes se ilusionan, los felices lloran, los malvados se arrepienten, los buenos se corrompen. En silencio, el amor es violencia. En silencio, las cosas cambian.

El silencio es la mejor manera de descubrir lo que oculta la realidad. El silencio es una forma de darte cuenta de la realidad que se subyaga en la oscuridad, de la rosa que pierde delicadamente cada uno de sus pétalos.

En silencio, el dinero es nada, porque el rico lo sabe y se entristece, y el pobre también pero se alegra por ello. En silencio, las risas se vuelven tristezas. en silencio tu vida es todo menos eso. En silencio, tu locura se vuelve una depresión, en silencio sobretodo, el triste se ilusiona.

En silencio el tiempo no existe, en silencio la violencia es amor prohibido, todo en silencio es nada. Se pierde el revestimiento, se pierde la noción de lo que existe para dar lugar a lo que se esconde tímidamente detrás de nuestra realidad.

En silencio, el tímido es extrovertido. En silencio, el extrovertido se calla. El animal salvaje duerme, mientras los tranquilos buscan refugiarse.

En silencio los besos no son suficientes, en silencio el placer se esfuma. En silencio el odio te da razón. En silencio el que habla, calla; y el que calla, tiene mucho que decir.

En silencio el tonto piensa, pero el pensador se deja llevar. En silencio, las ideas claras producen inquietudes, mientras que las dudas ganan seguridad. En silencio, la música ya no es un complemento en tu vida, es tu vida plasmada en sonidos.

En silencio, la muchedumbre duerme, pero los escándalos de ciudad son más fuertes. En silencio, se sueña. En silencio, no existe lo demás, solo tú.

El silencio es la introducción a nuestros desesos y pensamientos, es el prólogo que explica la razón de lo que existe en nosotros. El silencio te expone a ti mismo.

En silencio, eso que ves, no existe. El silencio toma tu existencia. En silencio, el fin es el comienzo de todo, el reinicio, la finalización de lo que nunca se comenzó.

El silencio, simplemente, es complejo.


¡Leer no hace daño!